09 abril 2013
Grandes Enigmas de la Historia: El Ocaso de los Mayas El Clarin
La civilización clásica maya dominó las tierras bajas de América Central por más de 500 años, pero, paradójicamente, menos de un siglo fue suficiente para que el gran imperio se desmoronara.
Durante décadas, expertos en Arqueología, Paleontología y otras ciencias intentaron descifrar, sin mucho éxito, a qué se debió la vertiginosa caída de la civilización. Un equipo de investigadores de varias nacionalidades y especialidades, liderado por el arqueólogo de la Universidad de Pensilvania, Douglas Kennett, parece haber resuelto recientemente el enigma.
Los especialistas trabajaron por tres años en una investigación que logró vincular el ascenso y caída del imperio maya con el cambio climático. Cruzaron registros pluviométricos obtenidos de la cueva Yok Balum, en Belice, con los registros de la historia de la civilización clásica maya, y encontraron que la expansión del imperio, que ocurrió entre 440 y 660 d.C., coincidió con un período de lluvias excepcionales.
De la misma manera determinaron que durante el período de inestabilidad política y hambre que se desató entre 660 y 1000 d.C. el clima se volvió más árido y hubo sequía; y que, entre 1020 y 1100 d.C., lapso durante el cual se produjo lo que se conoce como el colapso, tuvo lugar en las tierras bajas una sequía que se prolongó por 80 años.
“Indudablemente, el colapso de la civilización fue provocado por causas diversas; sin embargo, la información encontrada parece demostrar que la superpoblación maya aconteció en períodos de lluvia abundante y el derrumbamiento, cuando las precipitaciones disminuyeron”, aseguró en entrevista por correo electrónico James Baldini, paleoclimatólogo de la Universidad de Durham, en Gran Bretaña, y uno de los principales coautores de la investigación.
No es la primera vez que se asocia la caída del imperio maya con el cambio climático, pero nunca antes los estudios habían sido tan meticulosos. El equipo dirigido por Kennett logró reconstruir los períodos de lluvia y sequía de los últimos 2.000 años en la región donde vivían los mayas, entre México, Belice, Guatemala y Honduras, al analizar la composición química de una estalagmita de 56 centímetros que encontraron en la cueva de Yok Balum, en Belice, situada a 1,5 kilómetros de la ciudad maya de Uxbenká y cercana también a otros grandes centros mayas, como Tikal, Caracol y Calakmul.
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