Hay quienes todavía sostienen la teoría de la inexistencia histórica de Jesús, aunque hace ya
varias décadas que esa teoría ha quedado desacreditada y que el asunto prácticamente no se
discute entre los estudiosos serios del Nuevo Testamento (no así entre inescrupulosos autores
de best-sellers). Se ha puesto en evidencia que negar la existencia histórica de Jesús es tan
absurdo como negar la existencia histórica de Julio César o de Napoleón Bonaparte. Los 27
libros del Nuevo Testamento, y particularmente los cuatro evangelios canónicos, son
suficientes para demostrar la tesis de existencia de Jesús. Pero además de ellos y de la
abundante literatura cristiana (patrística y apócrifa) de los siglos I y II, encontramos en esos
dos primeros siglos unos cuantos testimonios de escritores paganos y judíos sobre Jesús, que
sirven para confirmar dicha tesis.
varias décadas que esa teoría ha quedado desacreditada y que el asunto prácticamente no se
discute entre los estudiosos serios del Nuevo Testamento (no así entre inescrupulosos autores
de best-sellers). Se ha puesto en evidencia que negar la existencia histórica de Jesús es tan
absurdo como negar la existencia histórica de Julio César o de Napoleón Bonaparte. Los 27
libros del Nuevo Testamento, y particularmente los cuatro evangelios canónicos, son
suficientes para demostrar la tesis de existencia de Jesús. Pero además de ellos y de la
abundante literatura cristiana (patrística y apócrifa) de los siglos I y II, encontramos en esos
dos primeros siglos unos cuantos testimonios de escritores paganos y judíos sobre Jesús, que
sirven para confirmar dicha tesis.
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