12 agosto 2012
La Rebelión de Lucifer J.J. Benítez
De pronto, sin saber cómo, Nietihw y Sinuhé
descubrieron que se hallaban en la plaza de la Lastra,
en la recóndita aldea soriana de Sotillo del Rincón, caminando sin prisas hacia la Casa Azul.
Un sol radiante hacía brillar dulce y discretamente el bronce de la Diana Cazadora,
mientras el caño seguía manando en silencio, como si nada hubiese ocurrido...
El joven, con la bolsa de las cámaras al hombro, se detuvo un instante junto a la fuente.
Volvió el rostro hacia el bosquecillo y, al instante, interrogó a su compañera con la mirada.
Y la respuesta brotó de sus corazones.¡Habían regresado!
José María, el alcalde, cómodamente sentado en el jardín de la Casa Azul, seguía apurando su humeante taza de café.
Y Sinuhé, maravillado, comprobó que su reloj señalaba las 13.56 horas.
¡Sólo habían transcurrido cinco minutos desde el inicio de la luna nueva y de aquella fantástica aventura!
Y antes de que Sinuhé acertara a pronunciar palabra alguna,
la señora de la Casa Azul tomó su mano derecha y, en silencio, con una sonrisa de complicidad,
le señaló la sortija dorada – con el signo de los hombres Pi - que continuaba luciendo en su dedo anular...
Algún tiempo después, el investigador iniciaba el relato de tan desconcertante misión con las siguientes frases:
...En cuanto a vosotros, hijos de IURANCHA, regresad y contad al mundo cuanto habéis vivido y conocido...
Sólo entonces, cuando esta parte de la Verdad haya sido propagada... sólo entonces -insistió la voz-
podréis iniciar la segunda fase de la misión: el juicio de Lucifer.
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