El
Popol Vuh recoge la tradición oral maya que transmitía de generación en
generación relatos sobre la Historia y costumbres de su pueblo. Las
venturas y desventuras de sus protagonistas eran conocidos por todos los
mayas y su popularidad era tal que buena parte de la población sabía de
memoria el texto completo. Además, algunos pasajes eran objeto de
representaciones públicas en las diferentes localidades.
En
el siglo XVI un indígena decidió transcribir esos relatos al lenguaje
escrito empleando el idioma quiché con caracteres latinos, para que no
se perdiera su tradición y su Historia en medio de tanta destrucción.
Este original fue escrito en piel de venado y, posteriormente, a
mediados del siglo XVI, fue copiado empleando escritura latina por fray
Alonso del Portillo de Noreña.
Ya
a finales del siglo XVII, la única copia conocida de ese texto fue
encontrada y conservada por fray Francisco Ximénez, el entonces párroco
de la población de Santo Tomás Chuilá. Actualmente, ese pueblo se conoce
como Chichicastenango, por lo cual El Popol Vuh también es llamado
Manuscrito de Chichicastenango. Entre 1701 y 1703, el citado regular se
dedicó al estudio del texto y lo tradujo dos veces. Finalmente,
incorporó la segunda traducción al primer tomo de su obra Crónica de la
Provincia de Chiape y Guatemala. La copia que ha llegado hasta nosotros
es la de este último y, actualmente, se encuentra en la Biblioteca
Newberry de Chicago.
El
texto actual está claramente influido por la percepción cristiana; no
obstante, su contenido permite apreciar la visión mítica de la
civilización maya. El Popol Vuh es un libro sagrado que, como muchos
otros escritos de este tipo (como La Biblia o el Enuma Elis), nos ubica
en un tiempo y en un espacio míticos, donde trascurren hechos sagrados,
protagonizados por seres mitológicos, héroes y dioses ancestrales.
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