15 noviembre 2012

Manuscrito Voynich: El Libro más Enigmático de la Historia.





El Santo Grial de la criptografía

Pocos manuscritos hay en la historia más misteriosos e intrigantes que el manuscrito Voynich, un libro que fue escrito hace unos quinientos años en un extraño idioma (al que se le ha denominado como voynichés) y que a día de hoy todavía no ha podido ser descifrado por ninguno de los muchos expertos que lo han intentado. Si esto es poco, el libro está repleto de ilustraciones de diversa temática, que van desde la botánica, la astrología y la cosmología, hasta la biología y la farmacéutica.
Hasta aquí podría parecer un antiguo tratado sobre conocimientos varios de los muchos que existen de dicha época, a no ser porqué los dibujos del manuscrito Voynich nos muestran una serie de plantas, animales y situaciones cotidianas desconocidas en nuestro planeta. Se podría decir que es como un “manual de botánica y ciencia de otro planeta”. A parte, en el manuscrito se representan una serie de instrumentos que bien podrían ser microscopios y lentes de aumento rudimentarias, junto con ilustraciones de lo que podrían ser células y bacterias, algo bastante inusual si se tiene en cuenta que alguna de las teorías de su autoría lo sitúan en el siglo XIII.

El Voynich está considerado por muchos como el Santo Grial de la criptografía histórica. A lo largo de su existencia ha sido objeto de intensos estudios por criptógrafos profesionales y aficionados, pues todas sus páginas se están disponibles y se pueden estudiar en la red. Pero ninguno ha logrado descifrar ni una sola palabra del libro, en este punto son muchos los que opinan que el manuscrito es un engaño, un fake medieval que alguien escribió por motivos desconocidos y que todo su texto no es más que una secuencia azarosa sin ningún sentido.
Sin embargo, pese a que parece ser que en diversas páginas se repiten los mismos signos, todo el manuscrito cumple la ley de Zipf, que viene a decir que en todas las lenguas conocidas la longitud de las palabras es inversamente proporcional a su frecuencia de aparición. Esto hace pensar que el texto está redactado en un lenguaje concreto y natural, ya que en lenguajes artificiales creados a propósito, como los élficos de Tolkien o el Klingon de Star Trek no se cumple esta regla.
Esto es debido a que la explicación a esta ley se basa en la economía lingüística: las palabras que más utilizamos son más cortas y así requieren menos energía, por ello es el uso de una lengua el que acaba por imponer esta ley. Es prácticamente imposible que el autor del manuscrito Voynich conociera la ley de Zipf, enunciada muchos siglos después, y por tanto que la aplicase a una lengua inventada por él.



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