12 junio 2013

Jesús, la Sábana Santa y las Monedas del Enigma Cr. Mario E. Demarchi




Según Antonio Beltrán, de la Universidad de Zaragoza, en su trabajo “Breve nota sobre los retratos de Cristo en monedas de la Alta Edad Media y el Síndone de Turín”, “Las Monedas han desempeñado un papel importante en los razonamientos sobre la autenticidad de la Sábana Santa turinesa. Pero no siempre se han manejado los datos con la suficiente base científica. Es el caso, por ejemplo, del artículo de José María Navalpotro y Vicente Fernández Oviedo en el diario ABC del día 8 de febrero de 1992 sobre “EI Sudario de Oviedo, nuevo apoyo a la Sábana Santa”.

En el artículo citado se alude a unas monedas “inmediatamente posteriores al siglo IV” aportadas al congreso celebrado en Barcelona sobre la Sábana Santa de la catedral de Turín, que los italianos llaman “síndone”, y sobre la que hay muchos y buenos estudios y también arraigadas posturas de quienes están dispuestos a olvidar la objetividad científica tanto para demostrar que se trata de una mixtificación medieval como para dar pábulo a las mas burdas invenciones con tal de afirmar su autenticidad a ultranza.

Continua expresando Antonio Beltrán en el referido trabajo: “Como numismático y humanista me interesa sobremanera subrayar el apoyo que /as monedas otorgan en muchas ocasiones a la investigación científica. Por este motivo resulta apasionante una moneda denunciada por los modernos sistemas fotográficos sobre los ojos de la figura que aparece en la Sábana Santa de Turín, y queremos comentar su aportación a los argumentos sobre la autenticidad del santo sudario turinés, pero no podemos aceptar las citadas en el nombrado artículo que se han usado como referencia iconográfica de valor discutible, sin aludir a las que aparecían sobre los ojos del Crucificado y que, de no tratarse de una equivocada identificación, resultaban decisiva para situar el enterramiento y su huella en tiempo del emperador Tiberio1. Tales piezas se denunciaron como dos rodajas oscuras por los trabajos fotográficos de 1981 ejecutados por un equipo de la Universidad de Kansas que pasó los datos a computadora y digitalizó las imágenes. Se lIegó a la conclusión de que se destinaban al rito hebreo de “cerrar los ojos”, conservado hasta nuestros tiempos y conocido por documentos medievales, en momentos en que tocarlos podía conducir a la impureza y el pecado por ser sábado y que tanto se cumplían con rodajitas de cerámica como con monedas de poco valor cuyo peso mantenía los parpados cerrados sin necesidad de contaminarse”.


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